Es un pueblo enmarañado y complicado de visitar, casi todas sus edificaciones están engullidas por la maleza y especialmente por la trepadora hiedra, que poco a poco ha devorado la torre de la iglesia presentando actualmente un aspecto fantasmagórico.
Semolué no fue un pueblo grande, durante el pasado siglo XX mantuvo un máximo de tres casas abiertas; en siglos anteriores llegó a tener un total de cinco. En su máximo nomenclátor del pasado siglo XX llegó a censar 33 habitantes en el año 1910.
La iglesia de San Salvador fue construida a comienzos del siglo XIX. Consta de nave única rectangular dividida en tres tramos, con dos capillas a cada lado y ábside plano. El aspecto que presenta el templo es desolador.
Las fiestas grandes eran el día 3 de agosto, para San Esteban. Las fiestas pequeñas se celebraban el día 9 de mayo, para San Gregorio.
Semolué fue otro de los pueblos afectados por la construcción del embalse de Jánovas. Sus tierras y sus casas al igual que las del resto de pueblos de La Solana fueron expropiadas para la repoblación de pinos.
El acceso se realiza por una interminable pista de algo más de 9 kilómetros que tomaremos desde la carretera N-260, concretamente desde el punto kilométrico 454.
Fotografía 1; Llegada a Semolué (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Torre de la iglesia de San Salvador (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Interior del templo (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Casa Soldau (Marina González)
Fotografía 5; Vivienda habitada por neorrurales (Marina González)