Aparece documentado desde el año 1042, periodo en el que fueron cedidas al antiguo monasterio de San Úrbez unas heredades en el cercano lugar de Cortillas. Sabemos que en el año 1495 contaba con seis fuegos.
Durante el pasado siglo XX llegó a albergar un máximo de 15 viviendas. Los nombres de las casas que hemos documentado son: Agustín, Allué, Casaus, Cosme, Ezquerra, Francho, Loren, Marco, Miguel Franco, Miguel Lobez, Pepe, O Royo, Sampietro, Tapia y Valero. En 1921 todavía mantenía 121 habitantes. Llegó a tener ayuntamiento propio y escuela.
La mayoría de sus viviendas se encontraban alineadas de extremo a extremo de un cerro, junto a ellas se levantaban los correspondientes edificios de apoyo. Actualmente Basarán es un pueblo arrasado, casi irreconocible. La ruina, la vegetación y el paso del tiempo van ganando terreno y tarde o temprano conseguirán borrar todo rastro de presencia humana.
Fue un pueblo agrícola; los campos de labor se extendían en pendiente por la meseta alrededor del pueblo. Cultivaban principalmente trigo, judías y guisantes, aunque en pequeñas cantidades.
Su iglesia románico-serrablesa (San Úrbez, s. XI) fue desmantelada para reinstalarse en el complejo turístico de Formigal en los años 70. Tuvo nave única en origen, a la que se le añadió posteriormente otra más pequeña a su paño norte. La cabecera era semicircular y estaba canónicamente orientada, siguiendo pautas románicas.
Además de la parroquial Basarán tuvo dos ermitas. Estaban dedicadas a la Natividad de Nuestra Señora y a San Blas. En la actualidad ambos edificios están en ruina, aunque todavía son reconocibles.
La ermita de la Natividad se halla dentro del núcleo, en su extremo noreste. Posee planta rectangular y ábside plano cubierto con bóveda apuntada. En sus laterales abren dos enormes arcos de medio punto a modo de capillas laterales. Las pinturas murales que decoraban su cabecera se hallan en la iglesia de San Úrbez de Formigal. Pensamos que la fecha de su construcción puede llevarse hasta los siglos XV-XVI.
Más alejada se encuentra la ermita de San Blas. Se sitúa muy cerca del camino que conduce a Cortillas. Quedan los arranques de todos sus paramentos en los que se aprecia su planta rectangular y su cabecera, que era plana. El aparejo es de mampostería, muy irregular pero intentando formar hiladas. El suelo está sembrado de lajas de la desaparecida cubierta. Se trata de la típica ermita popular dieciochesca de escaso interés artístico.
Finalizamos con las fiestas. Las grandes se celebraban para la Natividad de la Virgen y las pequeñas para San Lorenzo.
Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (diciembre de 2017).