18/9/11

BINUESTE







El artículo de hoy está dedicado a Binueste, uno de los pueblos de esta provincia a los que nunca llegó el acceso rodado. Se llega andando desde Matidero, por sendero PR, previo paso por la siempre interesante Pardineta de Bibán. Aunque el camino es largo no es excesivamente duro. Ideal para hacerlo en primavera o en otoño, evitando siempre las temperaturas extremas, tanto el frío como sobre todo el calor.

Binueste se cita muy tempranamente. Aparece documentado con el nombre de “Venueste” -año 1091- en un documento perteneciente al Cartulario de San Juan de la Peña. Posteriormente perteneció al hoy también despoblado lugar de Secorún.

Llegó a alcanzar los tres fuegos, aunque durante los siglos XIX y XX ya solo mantenía dos casas abiertas: casa Alta y casa Baja. Aparece citado con 16 habitantes en los nomenclátores de los años 1930 y 1940.

Encontramos sus edificaciones estructuradas en torno a su única calle. Además de las viviendas y la iglesia parroquial es de justicia destacar media docena de edificaciones auxiliares, concebidas para todo tipo de usos.

La ruina es total y las viviendas no son la excepción. Casa Alta es la más llamativa; contaba con tres plantas, balcones orientados al sur y puerta de acceso en arco de medio punto, con clave del año 1883. Tenía cubierta a cuatro vertientes, hoy derruida.

La iglesia fue construida bajo la advocación de San Martín de Tours. Es un edificio muy humilde, de cronología moderna, fechable en el siglo XVII. Tiene nave única de planta rectangular con cabecera de testero plano orientado al este. Quedan los arranques del fajón que segmentaba la nave en dos tramos. Antes del derrumbe se cubría con bóveda de medio cañón con lunetos. A los pies de la nave se instaló el coro, elevado, hoy ruina absoluta también. La puerta de acceso al templo, en arco de medio punto, abre al sur. Contaba con un pequeño campanario de espadaña de un ojo.                   

Binueste fue un lugar de escasas y poco productivas tierras. El terreno era demasiado montañoso y era muy poco el espacio aprovechable para el cultivo. Sus tierras eran bañadas por el barranco homónimo de Binueste, situado a unos pocos cientos de metros a poniente del núcleo. La madera fue uno de los motores sobre los que pivotó la pobre economía de Binueste.


Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (agosto 2019).


Fotografía 1; Llegada a Binueste  (Cristian Laglera))
Fotografía 2; Casa Alta  (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Magnífica portada  (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Iglesia de San Martín de Tours (Cristian Laglera)
Fotografía 5; Cabecera (Cristian Laglera)



13/9/11

SECORÚN








De nuevo nos hallamos en el valle del Guarga. Secorún es otro de los pueblos deshabitados que se localizan en la carretera de La Guarguera, otrora uno de los núcleos más importantes de los que hubo en el valle. Se encuentra situado a unos tres kilómetros al suroeste de Laguarta, “la capital” de La Guarguera. Es accesible por una mala pista de tierra que tiene su inicio entre los puntos kilométricos 23 y 24 de la carretera. A pie desde el asfalto no cuesta más de 45 minutos.

Aparece documentado por primera vez en el cartulario de San Juan de la Peña del año 1036; allí aparece citado "Aznar de Galíndez, de Securun".

Como ya hemos comentado fue uno de los lugares más importantes de la zona, por este motivo a sus habitantes se les apodaba “los madrileños”, queriendo significar la importancia de este pueblo que era cabecera de ayuntamiento y tenía varias aldeas adscritas y pedáneas.

Durante la segunda mitad el siglo XIX y las primeras décadas del XX abrió 10 hogares, aunque anteriormente llegó a tener hasta catorce. Estas son las diez viviendas que tenemos documentadas: López, Sánchez, Campo, Nemesio, Secretario, Feliciano, Aquilué, Ambrosio, Cebollero y Artero. En el año 1910 todavía mantenía 118 habitantes censados. El pueblo se vació a mediados de la década de los cincuenta.

Todo el pueblo se halla devastado, presentando actualmente un aspecto deplorable. El motivo es que las cubiertas de sus viviendas fueron desmontadas en la década de los sesenta para la obtención de madera. Por este motivo sus viejas casas se han convertido en montones de escombros engullidos por una asfixiante vegetación en algunas zonas casi selvática.

Su edificio más emblemático es la iglesia de San Bartolomé, único edificio que se mantiene en pie en la actualidad. Se trata de una iglesia de gigantesca nave rectangular, con capillas laterales y testero recto. Las bóvedas de la nave y la cabecera ya son historia, si bien se conservan las de las capillas, que son de medio cañón. Adosada a su paño norte se sitúa la torre campanario, conquistada totalmente por la hiedra.

En los alrededores de Secorún, al noreste, sobre una pequeña elevación, encontramos las ruinas de una ermita románica construida bajo la advocación de Santiago. No es fácil de localizar, pues se halla totalmente emboscada. Es un templo de primeras fechas del siglo XIII, que conserva de su pasado románico el ábside semicircular y el presbiterio. La cabecera se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con medio cañón, ambas de piedra tosca. La puerta de acceso abre al mediodía.

Hay una curiosa leyenda relacionada a la fertilidad y a esta ermita. En Secorún se decía que "Los niños no vienen de París, sino de Santiago" en referencia a unas piedras que hay en las inmediaciones de la ermita y al poder de aumentar la fertilidad de las mujeres siempre y cuando pasaran caminando entre las rocas. Creencias que hoy pueden parecernos muy lejanas pero que apenas nos retrotraen algunas generaciones.


Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (marzo 2019).


Fotografía 1; Secorún (Marina González)
Fotografía 2; Iglesia de San Bartolomé (Marina González)
Fotografía 3; Interior de la iglesia (Marina González)
Fotografía 4; La Escuela (Cristian Laglera)
Fotografía 5; Pozo (Marina González)
Fotografía 6; Ermita de Santiago (Cristian Laglera)



11/9/11

BOLÁS




Bolás es un diminuto núcleo deshabitado situado en pleno corazón del valle de Acumuer. Se localiza cerca del también despoblado lugar de Asqués, de hecho,  Bolás y Asqués aparecen emparejados en varios documentos y censos de la época. En el año 1850 ambas poblaciones sumaban un total de 10 habitantes con tan solo tres casas abiertas, dos de ellas en Asqués y una en Bolás.

El bajo número de casas que componían estos núcleos explica una canción que por aquel entonces repetían los habitantes de estos lugares "Asún, Isín, Asqués y Bolás, veinte casas y 4 lugars".

El acceso lo realizaremos por medio de una pista que tiene su inicio unos metros antes de llegar a la localidad de Isín, a mano izquierda. Hasta Bolás son 5.2 kilómetros de pista que preferiblemente realizaremos con vehículo todoterreno. Las ruinas se sitúan unos 100 metros por debajo de la pista de acceso. Hay que dejar el vehículo y bajar campo a través.

También aproveché la visita para acercarme a fotografiar la ermita de San Antón, situada en posición dominante aproximadamente a medio camino de los lugares de Bolás y Asqués. Acudían hasta ella en romería los vecinos de Acumuer, Isín, Asqués, Bolás y Asún.


Fotografía 1; Ruinas de Bolás entre los árboles del bosque  (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Restos de una edificación (Cristian Laglera)



4/9/11

MURO DE BELLÓS







Muro de Bellós es, sin duda, uno de los núcleos deshabitados más hermosos de todo Sobrarbe y posiblemente de toda la provincia de Huesca. Se localiza en la entrada meridional del valle de Añisclo, muy cerca de la confluencia de los ríos Bellós y Cinca. Desde Muro de Bellós disfrutaremos de unas magníficas vistas de la cadena montañosa del Pirineo central.

El acceso lo realizaremos por una pista asfaltada de algo más de cuatro kilómetros que tiene su inicio en la localidad de Escalona. Hasta hace unos años la pista era de tierra y casi intransitable. Solo la grabación de la película Bajo la piel del lobo protagonizada por Mario Casas pudo hacer que la vieja pista de Muro de Bellós fuera asfaltada. Un milagro que desgraciadamente llegó demasiado tarde.

Formó ayuntamiento con Puyarruego en 1834. Pocos años después ambos núcleos se agregaron a Labuerda, para finalmente acabar uniéndose a Puértolas.

Durante la primera mitad del siglo XX (hasta su abandono) Muro de Bellós mantuvo ocho casas abiertas. Sus nombres eran: Ramón, Joaquín, Manuel, Campodarve, Miguel, Mur, Pepa y Suelo. En el año 1930 todavía censaba 62 habitantes. Mantuvo población hasta finales de los años 80.

A pesar de la ruina generalizada de todo el conjunto todavía podemos apreciar detalles arquitectónicos típicos de la zona: casonas de gruesos muros de piedra, balconadas orientadas al sur o al este, puertas de grandes dovelas, chimeneas troncocónicas y preciosos patios interiores articulados en torno a la plaza central.

Subiendo por la pista de acceso, entre curva y curva, destaca a lo lejos la silueta de la iglesia de Santa María. Se trata de un templo de posible origen románico, aunque lo que hoy vemos no se puede llevar más allá del siglo XVI. Tiene planta rectangular y cabecera recta orientada al este con dos capillas laterales a modo de crucero. Posee atrio a poniente, que resguarda la puerta de acceso, en arco de medio punto. Precisamente en la puerta se hallaba un crismón trinitario depositado en la actualidad en el Museo Diocesano de Barbastro-Monzón. El crismón, de no haber sido reubicado en esta iglesia, cosa no descartable, confirmaría el origen medieval del templo.

La vida en Muro de Bellós no era fácil. Economía de subsistencia pura y dura. Sus habitantes se dedicaban principalmente a los cultivos de trigo, cebada y avena, y por supuesto también a la ganadería. Las ovejas y las cabras eran los animales predominantes.

Las fiestas grandes se celebraban el 25 de mayo, día de la Virgen de la Ascensión. Las fiestas pequeñas eran para la Candelaria, el día 2 de febrero.


Artículo publicado en El Cruzado Aragonés (mayo 2019).


Fotografía 1; Muro de Bellós  (Marina González)
Fotografía 2; Casa Joaquín  (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Casa Pepa  (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Hermosa chimenea (Cristian Laglera)
Fotografía 5; Camposanto (Marina González)


1/9/11

SANDIÁS







Pequeño despoblado situado en la cabecera de uno de los vallecillos de la sierra de Portiello, cordillera que separa los valles de Basa y Guarga. Estamos en el sector central de la comarca del Alto Gállego, en zona recóndita y salvaje, en plena Guarguera. A Sandiás se accede tras unos 50 minutos a pie desde el núcleo de Cerésola. Caminaremos por una pista, transitable con vehículo todoterreno, que parte desde la iglesia de esta localidad.

Aparece documentado en los fogajes de los años 1495, 1543 y 1609, con un solo fuego. Al siglo XX llegó con tres casas abiertas, sus nombres eran: Escartín, Blasco y Batanero del Puente. Contaba con 18 habitantes en 1940. Poco tiempo después, el pueblo se vació.

Tuvo ayuntamiento propio entre los años 1832 y 1845, momento en que se anexionó a las localidades de Ordovés y Alavés. En el año 1960, ya como núcleo deshabitado, pasó a pertenecer a Sabiñánigo, municipio al que actualmente pertenece.

El caserío se halla totalmente arrasado. Destacan las ruinas de casa Blasco, de grandes dimensiones. Adolfo Castán fotografió una puerta adintelada con el año 1885. Nosotros sí que hemos llegado a ver y fotografiar una ventana con el año 1741 grabado. Son varias las visitas que hemos realizado a esta localidad en los últimos 15 años, y su deterioro cada vez es más evidente.

La iglesia parroquial se dedicó a San Lorenzo (s. XVI). Al igual que el resto del conjunto se encuentra en estado de alarmante ruina. Es una construcción elaborada con aparejo de mampostería y sillarejo, dibuja nave rectangular y cabecera de testero plano. Tiene una capilla lateral en el lado del evangelio dedicada a Santa Orosia. Su interior nos muestra los mechinales sobre los que descansaba el coro y restos de pinturas que imitan gruesos sillares. Posee torre de planta cuadrangular con dos vanos gemelos; guarda similitud con otras torres de núcleos cercanos.

Grande, muy grande era la devoción que había en Sandiás a Santa Orosia. El día de San Juan los romeros de la cabeza de Santa Orosia se dirigían hacia el pueblo de Yebra. Eran romeros de quince núcleos de la Guarguera, y al frente de todos ellos, estaba el amo de casa Blasco de Sandiás, que había recibido el cargo de coordinador por sorteo. Una vez en Yebra, los romeros entraban descalzos al pueblo y realizaban una procesión con la santa alrededor de la iglesia. Se daba a venerar la cabeza en el sitio de costumbre y esta regresaba a su trono por la puerta meridional del templo. Esta romería tuvo continuación hasta el comienzo de la Guerra Civil.

En la Guerra Civil, el Gállego dividía las zonas republicana y nacional, por lo que la mayoría de los pueblos de la Guarguera quedaron destruidos. Los campos fueron arrasados y las casas saqueadas. Las iglesias no corrieron mejor suerte. Muchas de ellas fueron profanadas e incendiadas. Al finalizar la guerra, Patrimonio Forestal del Estado se hizo cargo de una buena parte de los montes, con sus pueblos incluidos.


Artículo publicado en El Cruzado Aragonés en enero de 2021



Fotografía 1; Sandiás (Cristian Laglera)
Fotografía 2; Iglesia de San Lorenzo  (Cristian Laglera)
Fotografía 3; Capilla lateral dedicada a Santa Orosia  (Cristian Laglera)
Fotografía 4; Casa Blasco (Cristian Laglera)